"Providence" Autorretrato de Francesca Woodman, 1976.
3 de abril de 1976
Ha vuelto a suceder. Llevo cinco días sin apenas dormir. Por la noche se hace más y más fuerte. Y es que esa maldita voz suena en mi cabeza una y otra vez. “Yo seré” le replico. “Yo seré” le grito. Pero ella siempre tiene la última palabra.
Me he puesto mi vestido de lunares, ese que tanto me gusta, y he venido al lugar de siempre. Aquí puedo ser yo y no se me ocurre una manera mejor de celebrar mi cumpleaños. Aquí hago fotos de la realidad filtradas a través de mi mente. Doy testimonio de quien soy, sin clichés, sin órdenes, sin límites.
Fotografío mis miedos con la intención de apresarlos, viajo hasta el lugar donde habitan, en lo más profundo, y los descubro. Siento como me libero, por momentos. Justo cuando oigo el disparo sé que ya no están. La cámara es mi aliada. Mi fortaleza. La fotografía es una manera de conectar con la vida.
Hoy vengo decidida a capturarla a través del click de mi cámara. La espero impaciente y preparada. Pero no llega. Simulo que la escucho diciéndome que no podré y disparo. Por un instante creo que lo consigo. Veo a esa sombra reflejada en mi rostro y en mi piel. Y cuando creo que la he capturado, aparece, si cabe con más fuerza. Y tengo miedo. Tengo miedo de que tenga razón.
14 de febrero de 1980
Esto no puede estar pasando. Sigo mostrándome en cada toma sin obstáculos, solo la cámara y mi cuerpo. Pero ¿cómo es que nadie lo ve? “Yo seré” me repito, aunque a veces pienso que mi vida, en este punto, es como un sedimento muy viejo en una taza de café y preferiría morir joven dejando varias realizaciones… en vez de ir borrando atropelladamente todas estas cosas delicadas.
19 de enero de 1981
Me declaro en ruinas, desolada. Ya no pretendo silenciar la voz, ahora solo quiero descansar. Lo he intentado todo, me he dado, he luchado pero he perdido. Ella ha sido más fuerte. Ni el amor por la fotografía ha sobrevivido. Ya no queda nada.
He guardado mis fotos en una caja y la he cerrado, allí es donde quiero que estén, conviviendo con mis miedos, con mis inseguridades, con mis expectativas no cumplidas, con mis sueños rotos. Allí, para siempre. Porque ahora sé que ya no seré.
Me he puesto mi vestido de lunares, ese que tanto me gusta.
Texto de Esther Burdeus.